Mis sueños. (Reminiscencia Nietzsche)

     Sueño muy seguido, no precisamente dormido; mis sueños me dicen que más allá de esto seguro está mi felicidad; mas, ¿qué es mi felicidad? Mi felicidad es crear, mi felicidad es ser un niño, mi felicidad es  dejar por un rato mi rol de camello, que, como buen camello, quiere llevar el peso de todo sobre sus jorobas, mi felicidad es dejar de ser ese león que sonríe detrás de su soledad en un desierto sin dioses.

      Básicamente: te amo sin importar quién seas, te detesto sin importar quién soy. La mejor virtud de los hombres es odiar a los amigos y amar a los lejanos como si de amigos se tratase.

  Hoy encontré: que sea la felicidad el amor a lo eterno, sea lo eterno el amor a los hombres, sean los hombres los que aman la tierra, sea la tierra nuestra oportunidad de crear.

De fantasmas.

     Los fantasmas se escuchaba esa noche, cantaban y corrían, reían y se arrastraban, bailaban y esperaban; fantasma era yo, bailaba y cantaba, me arrastraba y corría, esperaba y reía; mientras tanto moría: me apagada y me consumía, lloraba y me preocupaba, escapaba y me asustaba. Ahora lo sé, no soy fantasma, soy osamenta.

¿Dónde están mis horas?

Todo transcurre y discurre lento.
Mi cuerpo, es ya inválido a todo sentimiento.
Mas de todo sentimiento está hecho mi cuerpo,
cuerpo que, como árbol, nació de la tierra.
Ahora espero regresarle a la tierra todo mi bien.
¡Espero mis semillas caigan en buena tierra!

De la vida.

No esperar, no suponer; solo imaginar y amar; todo lo de más ha de venir solo y si no viene no es necesario.

Una sabia me dijo hoy:

La gente a olvidado las cosas normales, las cosas pequeñas y por eso los que las recordamos somos raros; las personas deben apreciar eso.