Atrapado. Cuatro paredes me retienen aquí, son
paredes de cristal; no es una habitación, más es eso, esto es una prisión. “Tengo alas, ¿por qué no volar?”, pero
incluso el techo es de cristal, un cristal tan duro que romperlo parece solo un
sueño… Un sueño… así es, justo como
esto, un sueño. Así caigo en la cuenta: estos muros no podían ser más que
productos de un sueño, tan perfectos, tan duros, tan aterradores y sin embargo
ahí estaban, en mi realidad.
Entonces me enfrento a los muros, a su perfección y
a esa blancura que te hace llegar muy profundo, que te hace viajar y ver mil
mundos, pero cuanto más observo y me hundo en ellos más me doy cuenta que no
llevaban a ningún lado y entonces me arrastran, llevándome al infierno más
terrible. El cristal se transforma en un simple espejo, pero ahora es más
horrible, ahora veo mis ojos y mis ojos no lloran; están limpios y mantienen su
orgullo, aún así se ven tan infelices. No hay a donde mirar, todo está podrido,
a donde quiera que miro están esos ojos persiguiéndome y torturándome,
culpándome por herirlos. “¿Qué os he
hecho yo, que os he hecho que aun siendo mis propios ojos me miráis de esta
manera? ¿Qué tanto os he obligado a llorar? ¿A quiénes os he obligado a mirar
así?” Finalmente todo tiene sentido
y me arrodillo “Vos sos mi mirada, no la
de mis ojos, sino la de mi alma y vos me culpáis por…” Mi reflejo parece
más decepcionado con mi respuesta y entonces de la profundidad y las tinieblas
del cristal surgen caras personas que odio, personas que extraño, personas que
no perdone, personas que gritan, personas que sonríen; y se me agolpan los
recuerdos, no los puedo controlar. Entro en panico, ya no puedo moverme, nada
importa. Mi cabeza golpea el cristal del suelo y entre toda mi neblina de
emociones alcanzo a ver mi reflejo en el techo, me muestra ahí, tumbado sobre
un techo que refleja indefinidamente mi espalda y el techo y todo, lo refleja
todo infinitamente. Mi reflejo en el techo sonríe, pero sus ojos me torturan de
nuevo “Vos no me culpáis, vos queréis que
me disculpe, vos queréis que deje de hacerme daño, pero vos deberíais entender
mis cicatrices, deberíais comprender, vos… ¿Mi reflejo me está sacando la
lengua? Vos no tenéis idea de por qué existís, ¿verdad? Lo siento, he estado
demasiado ocupado para meditar sobre vos. Lo sé, ahora ya es tarde.”
Así veo a través de mi prisión de cristal, veo
buscando un lugar a donde mirar; así escucho a través de mi prisión de cristal,
escucho buscando un lugar al cual poner atención; pero al final todo es vacío y
ruido. El alma no puede alimentarse de eso y conducida por el hambre, al final,
el alma se empieza a alimentar de sí misma dejando partes en blanco,
encerrándose, lastimándose y volviéndose como un niño caprichoso y narcisista. Por
eso me duele su mirada, por eso me tortura… es una mirada sin emociones, una
mirada vacía, tan vacía que se puede nadar en ella, pero es una corriente que
rápidamente sube y te ahoga, te ahoga en una nada impresionante… El vacío es el
peor lugar para quedarse sin aire.
C. R. Walls
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