El
amor… el amor es amor, no se le cuestiona ni se duda de él, cualquier cosa que
traiga el amor debe de ser bueno por tal motivo realmente no me importo saber
en que lugar sucedió o cuando y si en algún momento lo supe ya lo olvide.
En
algún pueblo de alguna ciudad que, como ya dije, no recuerdo el nombre, vivía
un niño de siete años aún muy inocente para el mundo lleno de cosas que a la
edad de siete años no entiendes y sinceramente no te importan en absoluto, este
pequeño, aburrido de un papá monótono y alcohólico y de una mamá quejosa y muy
ocupada decidió hacer una carta en la que escribió con su mejor letra algo como esto:
“No
sé si alguien reciba esto, pero quiero contarte que hoy mis papás se pelearon,
así como lo hacen casi todos los días últimamente, por eso me siento muy
triste, me siento muy solito y desearía tener un buen amigo con el cual
platicar. Normalmente leo mucho y los demás se ríen de mi porque piensan que
soy una rata de biblioteca pero no es así solo soy un niño de siete años que le
gusta leer ¿eso es tan malo?. No sé que hacer y por eso escribo esto esperando
que alguien lo lea y yo pueda imaginar que estoy hablando con alguien.
Te
agradezco por tu atención, espero seamos buenos amigos.”
Por
lastima, no tenía a quien darle la carta, pero un niño de siete años no está
atado a nada como lo estamos los adultos y su imaginación lo llevó a una idea.
En aquel pequeño pueblo había un río no muy ancho que lo dividía a la mitad y
la única forma de cruzar era por un puentecito que los mismos habitantes habían
construido, algunos utilizaban aquel río para bañarse, otros para divertirse y
otros para lavar ropa así que si ponía su carta en un barquito de papel y lo
dejaba en el río seguro alguien lo leería. Y así lo hizo, construyo un barquito
de papel y doblo la carta lo más pequeña que pudo y la afianzo al barquito con
un poco de cinta adhesiva.
Una
chiquilla de ocho años que vivía casi a la orilla del río de aquel pueblo sin
nombre. Vivía en el otro extremo del pueblo y por tanto no conocía al niño,
aunque es probable que alguna vez se vieran en la escuela . Eran las tres y era
hora de comer, le tocaba a ella avisarle a su hermano que de seguro estaría
jugando con sus amigos los cuales, al menos para ella, eran muy tontos. Salió
de la casa y camino hacia el río, su hermano y sus amigos no estaban pero había
algo viajando en las aguas de aquel riachuelo, era pequeño y blanco parecía una
bola de papel, pero conforme se acercaba tomo forma y llamo su atención ¡era un
barquito de papel! La niña rápidamente corrió y levanto una rama del suelo con
la que lo jalo para poder tomarlo, ella solo quería ponerle un muñequito o algo
para que el barquito siguiera su curso, pero de inmediato noto que el barquito
tenía una carta, quito con cuidado la cinta adhesiva que lo sujetaba y la leyó.
No
dejaba de maravillarse, ¿cómo alguien menor que ella podía escribir muchísimo
mejor?, aparte parecía un niño sereno, amable… alguien sonriente no como los tontos amigos de su hermano.
Durante la cena, a la hora de dormir, al siguiente día en la escuela e incluso
en el recreo no dejo de pensar en aquella carta y en cuanto salió de la escuela
corrió a sentarse en la orilla del río, espero dos horas desde que salió de la
escuela hasta que su mamá le grito por segunda vez desde la ventana, y esta vez
sí parecía cabreada así que no le quedó más remedio que levantarse y sacudirse
la falda para regresar a casa pero en ese momento lo vio, el esperado papel navegaba
por el agua. Igual que el día anterior la niña tomo la rama y lo jalo hacía la
orilla, le quito la cinta y leyó:
“No
sabía si mandar esta carta, la última vez me sentí un poco tonto pero en aquel
libro de sirenas y piratas que leí decía que así como hay espíritus del mar los
hay de los ríos y los lagos, así que espero que uno de ellos dirija mis
barquitos en dirección correcta.
Esta
vez hay mucho que contar y poco espacio, no sé qué edad tengas pero ¿no crees
que los adultos son muy tontos a veces?, solo se preocupan por el dinero y
política y otras cosas que la verdad no
entiendo… ojala yo pudiera pagar con mi domingo alguien que leyera esto, pero
bueno sé que al menos los espíritus del agua lo leen y si tú no eres un
espíritu quiero decirte que te quiero tan solo por leer esto.
Cuídate y no te preocupes por cosas de adultos.”
Muchos
no creen que el amor pueda pasarle por la mente a una niña de 8 años, pero la
verdad yo creo que ese es un amor más limpio, sano y puro que el que puede dar
cualquier adulto, ¿Por qué?... Porque los adultos hacen su propio concepto de
amor con lo observado o con lo que les cuentan que es el amor, pero el amor es
algo que se descubre y eso es lo que hace un niño cuando se enamora y lo que
hace con cualquier otra cosa, si aún no me crees dale a un bebe un limón… Aunque
creo que sería mejor ejemplo el chile, se parece más a amor ¿no?, el amor duele
al igual que el chile pica, pero aun así a la gente le gusta.
“¿mis barquitos?, ¿eso quiere decir que
habrá más?” y “Ojalá pudiera cambiar la dirección de la corriente del río, así
podría decirle que no está solo” Eso era en lo único en lo que podía pensar ella. Esa noche era viernes y la niña tenía muy
ocupada la mente como para dormir así que por primera vez se quedó viendo
televisión aunque muchas veces ni le prestaba atención, pero en algún momento
de la película que se estaba transmitiendo el hombre trajeado salva a la chica
raptada por vándalos y ella le agradece con un beso, anonadada nuestra pequeña
se imaginó a sí misma y al chico de los barquitos (o más bien como se lo
imaginaba), en la escena en lugar de los actores, se sonrojo, se enojó y
termino apagando la tele.
Al
siguiente día el barquito llego a la misma hora:
“Soñé
que alguien me decía que si estaban leyendo mis cartas, era una voz fuerte y
misteriosa… si tú me preguntas, yo digo que era un espíritu del rio.
De
nuevo tengo mucho que contarte, estoy más triste que nunca, creo que las peleas
de mis papás son por mi culpa, o al menos eso creí escuchar una vez, pero yo no
entiendo que les hice, dicen que no tienen dinero suficiente para mí pero no
entiendo a que se refieren si siempre hemos vivido con los mismos gastos, de
verdad no lo entiendo. Ojalá pudiera hablar contigo, abrazarte y llorar.
Te quiere… tu amigo.”
Y
al siguiente también:
“Sin
duda alguna me siento muy acompañado
cada vez que escribo estas cartas, no sé
porque, a lo mejor me estoy volviendo loco, pero no me importa tú me caes bien
aunque no te conozca y por eso sigo escribiendo.
Hoy
fue un mal día en la escuela, me tropecé y las risas se dieron de inmediato
pero ¿Qué? ¡Nadie nunca se ha tropezado antes! Aparte de todo también en mi
casa las discusiones son más fuertes entre mis papás y ya no los soporto.
En serio te
necesito, ojalá pudiera verte… ¡bonito día!”
¿Escuela?
Solo había una escuela en aquel pueblo y era la misma en la que ella iba, “Ahora lo único que tengo que hacer es buscar
un niño con un libro bajo el brazo”. Al día siguiente su plan comenzó,
busco por todos lados niños con libros, incluso salió unas 10 veces al baño y
al final del día solo hubo cuatro niños con libros. Corrió a casa a esperar el
barquito pero esta vez…no llego, se quedó sentada en el rio incluso hasta las
cinco pero no llego nada, ahora era ella
la que estaba muy triste, “¿estará bien?”,
se fue dormir preocupada y se despertó preocupada, lo que la calmo un poco fue
que a la escuela asistieron los mismo cuatro niños que ella creía podrían ser
el de los barquitos pero ese día noto que uno de ellos ya no llevaba el libro y
el otro tenía diez años así que ninguno de ellos podría ser. Ese día el
barquito tampoco llego “¿Qué pasa?, ¿en
dónde están mis barquitos?”, y fue tal su miedo que le dio por leer de
nuevo todos los barquitos no una ni dos veces, sino que lo hizo hasta que se quedó
dormida. Ahora solo quedaban dos niños y los dos tenían siete años, así que ese
día no hubo mucho avance en su búsqueda, pero ya estaba cerca. Enojada
descubrió que habría barquito ese día y muy enojada se preguntaba: “¿Por qué estoy llorando?, él es muy tonto”, al
día siguiente ella no quiso buscar,
por alguna razón estaba enojada con quien fuera ese niño de los barquitos, pero
durante el recreo uno de los niños prospecto a ser el que ella andaba buscando
paso corriendo y le dio tiempo para fijarse que no era un libro… bueno, no uno de
cuentos como ella pensaba tenía que llevar “el
tonto de los barquitos”, sino que
era un diccionario y eso lo dejaba descartado así que solo quedaba uno, un
chico un poquito más alto que ella a pesar de que ella era un año mayor, siempre
estaba solo y a ella le parecía guapo, el pensamiento la hizo sonrojarse de
nuevo y tirar lo que restaba de su sándwich. La pequeña tuvo la tentación de no
salir de su casa y dejar que el barquito se fuera ese día, estaba muy enojada,
pero aun así fue al rio a esperar y justo a las tres una cosa blanca floto en
su dirección y rápidamente cogió la rama de siempre y jalo al barquito y leyó
lo más rápido que pudo:
“Lamento
no haber escrito, espero, quien quiera que seas que no estés molesto pero
últimamente he salido mucho al doctor, al parecer tengo unos problemitas en mi
corazón… yo creo que esta triste pero el doctor dice que más bien está cansado
o algo así.
La
verdad no sé muy bien que decir, siempre me quejo de lo mismo, creo que soy muy
aburrido así que esta vez te contare otra cosa, ¿sabías que las lombrices
tienen 10 corazones?, a mí me sorprendió mucho aunque a decir verdad no me
gustan mucho los insectos, me gustaría saber si a ti te gustan…
Cuídate y come
bien, o tu corazón terminara como el mío.”
“¿Problemas en el corazón? Cuando
mi abuelita murió nos dijeron que su corazón se había cansado de latir, ¡no!,
el no puede irse” Ella imaginaba que él iba a morir
de un día para otro así que el día siguiente al salir de la escuela ella siguió
al niño que había quedado como posible autor de los barquitos hasta su casa y
una vez ahí no supo que hacer, dio vueltas alrededor de la casa, fue la tienda,
se sentó delante de la puerta con la esperanza de que la vieran pero no sucedió,
al final saco uno de los barquitos de su mochila y más roja que un tomate toco
la puerta, él salió, ella mostró el barquito, él la abrazo y ella pensó en la
escena de aquella película en donde el hombre salvaba a la mujer aunque en este
caso parecía ser al revés, ella estaba salvando al hombre de su soledad…
Podrás
decirme que esto no es amor, que podría ser solo amistad pero antes de eso
déjame contarte algo más, El niño de nuestra historia efectivamente tenía
problemas en su corazón, no se conocía bien cuando se manifestarían
completamente podría ser en un año o en 20 o quizá nunca, pero era preferible
un trasplante de corazón, los padres no tenían ni donador ni dinero, los
primeros años de su vida los pudo vivir bien, casi como alguien normal, solo a
veces con medicamentos e idas al doctor pero tiempo después, realmente no
importa cuánto, el chico fue obligado a estar en una cama sin poder hacer
esfuerzos … más bien sin poder hacer nada. Nuestra niña que era ya una joven
adulta seguía visitando a su amado, se sentaba horas y horas junto a él, a
veces incluso no llegaba a casa por cuidarle sueño; hasta que una tarde visito
al doctor para hacerse las pruebas necesarias para verificar que su corazón era
compatible con el cuerpo de él y al parecer sí lo era, antes de salir del
consultorio el doctor le advirtió que no le serviría de nada ya que para donar
tenía que primero estar muerta, ella solo contesto que quería asegurarse de que
si moría su corazón fuera a parar al pecho de la persona que amaba.
Unas
semanas después hubo un donador, el chico fue operado exitosamente y ahora no
tenía más que descansar y con el tiempo podría volver a tener una vida normal.
Al llegar a casa después de unos cuantos días en el hospital se encontró con el
lavabo de su casa inundado y un barquito de papel flotando en el.
“Tú
tocaste mi corazón con tan solo un barquito de papel y ahora yo te entrego el
mío en uno, no llores ni dejes que el remordimiento te consuma yo tome esta
decisión y si me amas la respetaras. Nunca vuelvas a sentirte solo, cada vez
que estés triste recuerda que yo estoy en tu corazón y mándame un barquito, yo
gustosa los leeré aunque de nuevo no podre contestártelos.
No
sé qué más contarte, ¿sabías qué las vacas tienen cuatro estómagos?, la verdad…
no me gusta la leche.
Te ama… tu amiga.”
Nunca
se dieron etiquetas, jamás se dijeron
novios o esposos o lo que sea, ellos simplemente se amaban porque querían
hacerlo y así es como debe ser el amor, algo que se siente, no se piensa y se
está orgulloso de decir que se ama no importa a quien sea, pero sobre todo
siempre, siempre todo lo que traiga el amor debe ser bueno porque el amor no
puede ser de otra forma.
C.
R. Walls.
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