Los fantasmas se escuchaba esa noche, cantaban y corrían, reían y se arrastraban, bailaban y esperaban; fantasma era yo, bailaba y cantaba, me arrastraba y corría, esperaba y reía; mientras tanto moría: me apagada y me consumía, lloraba y me preocupaba, escapaba y me asustaba. Ahora lo sé, no soy fantasma, soy osamenta.
Solo quiero hacer de este lugar un santuario para hacer crecer mi pasión por la escritura, es un lugar para obligarme a escribir, pero sobre todo para animarme a dejar leer lo que escribo a quien quiera leerlo. ¡Bienvenidos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario